Wednesday, August 23, 2006

Otro mundo. Otros ojos




Navegando por este mar infinito pero con la profundidad de un charco que es internet me topé con la imagen que encabeza el post. La encontré en una página de una comunidad de desarrolladores de sistemas de inteligencia artificial y ambientes diseñados mediante programación con código abierto, http://levitated.net/. Respecto a su proyecto dicen: “These pages are attempting to fasten a usable structure around a continually evolving computational ecology, so that it may be observed and enjoyed by participants of the network.”

Cámara, hasta mencionan la palabra ecología!

Que bueno que en el ámbito de diseño existan todavía personas que se fuerzan a diseñar más allá del miope límite que sostiene que el receptor es usuario pasivo/consumidor autómata, sobre todo entendiendo que nuestra vida diaria está envuelta por objetos de diseño y que, algo bien importante, los diseñadores también somos, ahora comenzaré a hablar en primera persona, receptores y también estamos empapados de objetos de diseño. Vivimos todos en un mundo preconfigurado e ideado a la medida. Ya Kalle Lasn dijo que los diseñadores crean la envidia y el deseo que nutren la economía y el cinismo que subraya nuestra condición posmoderna. Claro que esto lo afirmó ante la nada alentadora realidad de que, según estimaciones empíricas que arroja mi experiencia, el 95.8% de los creativos personajes que se autodenominan diseñadores, si no creen que lo máximo sería conseguirse un lugar en un despacho que desarrolla la publicidad para la nueva campaña de algún mierdoso coloso multinacional, al menos viven tranquilos sin saber el compromiso social que implica tener los conocimientos teóricos y técnicos - suponiendo que sea cierto que los tienen- para comunicar ideas a determinados grupos con un índice bajo de ambigüedad en la percepción del mensaje comunicado.

Si la pinche propaganda nazi hizo creer a millones de personas que eran superiores a los judíos no fue buena suerte del partido ario ni mucho menos. Esa propaganda, la forma del mensaje, estaba diseñada y bien diseñada. Fue concebida para que millones de personas realmente creyeran que eran superiores. Y no hay que ir tan lejos. Un anuncio de Coca Cola te puede convencer que la Pepsi es una mierda y que tienes que ir a comprar una pinche Coca de 3 litros para ser feliz. O que si no compras unas zapatillas Nike que valen 1000 varos nunca vas a llegar a formar parte de la selección mexicana y vas a meter tantos autogoles que tu mismo equipo te va a fletar a balonazos antes de arrojarte a un charco lodoso.

Aunado a una actitud conformista y excluyente, el principal factor que veo en el momento actual que vive el diseño es el varo. Coca, Nike, Hitler y muchas empresas tienen la posibilidad de aflojar sumas millonarias con tal de que les desarrollemos una campaña infalible y visualmente seductora. Y teniendo en cuenta que eso nunca te lo va a poder pagar un cafeticultor adherido a la red de comercio justo y orgánico ni el colectivo anarquista que ocupa un edificio cerca de tu casa como centro social (porque 1. no tienen la necesidad de anunciarse por tv o en un espectacular en el Periférico y 2. aunque lo quisieran no les alcanzaría porque los precios son una patada en el culo), teniendo en cuenta eso pues igual y dices, órale, voy a trabajar pa esos culeros trasnacionales y de paso voy a sembrar en las mentes de los trabajadores la información suficiente para que se rebelen y destruyan todas las maquilas de trabajo esclavista que están regadas en los países subdesarrollados y cuelguen de los huevos a Phil Knight y a Sumner Redstone.

Bueno, la realidad es diferente. Tu plan de la revolución como virus va a valer madres y si la armas chido en eso del diseño hasta vas a hacer que suban sus ventas en un 105% durante el último trimestre.

Sé lo difícil que es proponerse ser incorruptible. Siempre hay un hijoputa cerca. O si no, ahí están la tentación y la necesidad, sobre todo cuando ya no vives con papá y mamá y ahora te la tienes que rifar por tu cuenta porque si no te chingas y no comes ese día. Aún así creo que por más pendejos que seamos nos las podemos ingeniar para sobrevivir, simplemente teniendo un poco de coraje para mandar a alguien a chingar a su madre y un poco de ingenio para encontrar la manera de no pasar hambre. Por ejemplo, burgueses sobran y hasta puedes asaltar a uno. O si no un banco. O si no pues te buscas a alguien que aunque no le puedas cobrar a 400 varos la hora de diseño sabes que está haciendo algo chingón y que con tu objeto de diseño le puedes echar la mano.

Todo lo que acabo de escribir habla del diseñadorgráfico-diseñadordelacomunicacióngráfica-diseñadorvisual porque tengo una idea más clara de cómo está el panorama en ese aspecto, pero me consta que cualquier actividad que hagas puede o bien joder al mundo, o bien ayudarlo. Cada uno decide lo que va a hacer. En fin, regresando a la imagen de la cabezera (cuando la posteé no imaginé de qué iba a tratar la entrada), creo que es un buen ejemplo de como mediante el diseño se pueden romper esquemas cuadrados que acotan nuestro campo de visión e imaginación. Planeta Tierra sólo hay uno y cada uno de nosotros tenemos, espero, un par de ojos. ¿Por qué no intentar ver las cosas de otro modo, por qué no intentar sentir que nosotros también formamos parte del mundo, por qué conformarnos con tanta mierda?