Eventos desafortunados con 3 borrachos
No niego que he hecho pendejadas cuando chupo en exceso. Más de una vez lo he hecho y con repercusiones lamentables. Nunca he utilizado el alcohol como un estimulante para desahogarme y ponerme a berrear o para tratar de ponerme en la madre con alguien que me ve feo. Todas las mierdas que me meto las uso para divertirme y pasar un buen rato y cuando se puede hasta para aprender algo. Hace unos días, por cierto, me la pasé muy bien, tan bien que mi vida se ha volcado de putazo y ahora me estoy debatiendo con un proceso sin precedentes que me abre más de un camino. Pero ese es otro asunto aunque sea yo el de la foto de arriba. Hay cabrones que no se cansan de hacer pasar mal a la gente cuando andan de peda y de esto trata el post.
Un día el viejo Chinaski escribió que no hay un solo borracho que al día siguiente se despierte con la sensación de ser un imbécil. Bueno, el imbécil de Chinaski no hubiera existido si no hubiera sido un bodrio de mierda. Tal vez las siguientes anécdotas no sean más que una broma y que se traté en realidad de un episodio de la vida de 3 genios que por el momento se dedican a beber desaforadamente. De todos modos son 3 historias cagadas y en las que me he visto involucrado sin yo proponérmelo.
1.
Llego el viernes por la noche a mi casa. Vengo de una buena peda que no se prolongó más porque varios de los presentes teníamos que alcanzar el último metro. Tengo hambre así que ceno una sopa de poro con papa y me meto a la cama. Yo comparto mi cuarto con mi hermano. Tenemos una vieja litera roja y yo duermo arriba. Cuando me quedo dormido él aún no ha llegado.
Le pregunto si está bien y me dice que ya se siente mejor. Me asomo al comedor y el reloj marca las 6 de la mañana. Le digo que limpie esa plasta de mierda antes de que se despierte el resto de la familia y que abra la ventana porque el olor es tan filoso que puede matar a alguien. Me sonríe con trozos de vómito en su pelo.
Cuando termina la limpieza agarra una loción y rocía un chorro sobre la alfombra para disfrazar el olor que resistía a desaparecer. Luego se queda jetón. Me subo a mi cama y sigo oliendo esa mierda pero ya no sé si es mi memoria olfativa o si la loción no es tan poderosa como para vencer a ese ejército de esencias indestructibles. En fin, me las arreglo para respirar con la boca y me quedo dormido. Después ya no sé siquiera si soñé algo.
2.
Estoy en casa de L. y también están G., B., M., T. y B. La pasamos chupando desde la tarde pero ya es de madrugada y estamos cansados. En casa de L. hay miles de cuartos y quien quiere se puede quedar a dormir. Yo escojo la cama que CH. dejó con sus cosas antes de mudarse al país vasco. Me tapo con un sleeping bien caliente.
En la mañana voy al cuarto de L. pero sólo encuentro su cama destendida. Bajo las escaleras y toda su familia está sentada a la mesa. Tienen jeta de desvelados y ninguno habla. El ambiente está tenso así que me prefiero ir de una buena vez. Les digo buenos días y que me debo retirar. Por la noche le hablo a L. y le pregunto que qué chingados pasó y me dice que C. llegó como a las 7 de la mañana, todavía hasta el pito. Su cuarto da hacia un pasillo en el que se conectan el baño con el cuarto de sus padres. C., creyendo que entraba al baño, se metió al cuarto de sus padres, se sacó la pistola y se puso a mear en la almohada de su jefa. Por suerte ella se había levantado para bañarse y no tuvo que despertarse con los meados de su hijo. El que sí estaba era el jefe, que se despertó y le dijo que qué mierdas hacía, que ahí no era el baño. Entonces C. interrumpió su trabajo, salió del cuarto y se metió al baño a terminar el asunto. Luego fue directo a su cama y se quedó jetón como si nada hubiera pasado.
3.
Lo más común es que regrese a mi casa muy noche. Casi estoy fuera todo el día. Ayer regresaba del toquín de Unión 13 que estuvo bueno salvo porque la voz no se oía nítida y luego se fue la luz. Salgo del metro Chapultepec que está a cuatro cuadras de mi casa y de repente me cruzo con dos cabrones de lo más pinche normal. Casi invisibles.
Entonces uno me grita que lo espere y corre hacia mi. Me dice que qué pedo que si nos vamos a poner en la madre o qué. Ahora sí tengo tiempo de examinarlo. Es más pequeño que yo, lleva una camisa blanca con el cuello abierto mostrando el pecho y apesta a Daiquirí. Su compañero es una réplica de él pero con camisa azul. La fauna de la Condesa. El imbécil de blanco me pregunta que si soy cholo o eskato porque a él le cagan los cholos y los eskatos. Y yo pienso, puta madre, ya no puedo ponerme la gorra de la sudadera en la cabeza cuando hace frío porque corro el riesgo de que cualquier pendejo me tome por cholo o por eskato y me quiera madrear. Le digo que no tengo ninguna razón para querer madrearme con nadie, que ha sido un día tan chingón que es lo último que desearía y me doy la media vuelta. Pinches fresas estúpidos que se autodenominan fresas y hacen una clasificación mediocre del resto de las personas.
Pero este cabrón de blanco era de los castrosos. Ya estoy lejos y de nuevo me persigue y me dice que no me vaya porque nos vamos a poner en la madre. Nuevamente le explico que no soy quien cree y que no me voy a reventar por nada. Su compa le dice que ya no esté mamando, que yo no le hice nada y que lo va dejar solo si una patrulla se lo lleva. Blanco le dice a Azul que también se lo va a madrear y yo comienzo a desesperarme. Azul se larga y Blanco se queda conmigo y me dice que él sabe que está mal de la cabeza, que su familia no le hacía caso, que tenía pedos con su jefe. Yo le digo que lo entiendo y que efectivamente está cabrón lo que se vive dentro de la familia nuclear, pero que no es razón suficiente para que esté jodiendo a los desconocidos. El imbécil ya ni se acuerda que soy cholo y me pregunta que donde vivo. Para librarme de él le digo más o menos por donde, y le recuerdo que si pretendía irse en metro ya no iba a alcanzar por la hora. Al fin se larga. Retomo mi camino y aunque he perdido 5 valiosos minutos de la noche, me acuerdo de cómo Unión 13 tocó la de Innocence y me pongo alegre.
1 Maldiciones:
Creo que muchos hemos tenido eventos así de desafortunados, unos más que otros, claro.
El sábado antepasado venía tan pedo y desvelado que me quedé dormido en el camión, hasta que el chofer me despertó en la central, donde termina la ruta, así que tuve que regresarme caminando a mi casa porque ya no traía varo.
No me arrepiento, fue un buen viaje.
Saludos.
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