Rebelión en la granja-factoría (o a quienes nos toca rebelarnos desde nuestra propia trinchera)
Esta entrada está dedicada a todas esas tumbas vivientes de billones de vidas asesinadas.
Así pues, el mundo es una ilusión radical. Es una hipótesis como cualquier otra. De todos modos, es insoportable.
Jean Baudrillard
Hasta Orwell la cagó en su libro Rebelión en la granja, pues, si bien su intención primigenia fue parodiar y criticar al bolchevismo autoritario, el escenario en el que Napoleón y los demás animales pretenden instaurar un nuevo modelo social sigue reproduciendo una pinche mentira que es esa imagen tatuada en cada una de nuestras mentes de la granja apacible con su casita de madera roja y techo de dos aguas, las vacas pastando en campos barridos por el viento, mamá pollo seguida por sus hijitos y junto a la cerca un granjero metido en su overol de mezclilla viendo como su cerdo está bebiendo agua con tortilla.
¿Y cómo chingados vamos a tener una idea diferente de “granja” si todos los libros infantiles que coloreábamos de morritos ilustraban esa misma imagen, si todas las caricaturas que nos tenían pegados a la pantalla mostraban que la vida allá adentro es feliz, si todos los cuentos que leíamos en la escuela corroboraban indefectiblemente que las granjas funcionan armónicamente? Mira que la respuesta es sencilla pero las posibilidades para llegar a ella tienen más de un obstáculo.
Estamos hablando de una de tantas contradicciones sistémicas que para variar se nos enquista profundamente desde escuincles a través de la familia, del sistema educativo y por supuesto del bombardeo mediático. Además, y sobre todo, este fenómeno tiene un impacto paralelo que es la alienación entre uno y su consumo, o para ponerlo en términos más personales, entre tú y tu consumo. ¿Por qué? Pues simplemente porque esa imagen de la “granja” soporta y representa toda una fase del sistema productivo y ganadero que es la crianza de animales para consumo humano, imagen que actualmente difiere por completo de la industrialización y del protagonismo invisible del consumidor en la díada valor-signo. ¿Me cachan? Ya no es ni cuento ni caricatura, ahora es realidad y proceso histórico. Ya no es ficción, ahora y siempre ha sido condicionante económico. Y probablemente lo más micro e inmediato: ya no es el cuadernito para colorear, ya no es Napoleón el soviético, ahora es ese plato en la mesa, ahora eres tú a punto de introducir un trozo de carne en tu boca.
A esto es a lo que quería llegar. Para la gran mayoría de las personas comer animales no tiene nada de extraordinario, es lo normal, es lo correcto, es lo natural. Nada que cuestionar, nada por lo que preocuparse. Pues es lógico que predomine esta actitud si todo el proceso mencionado anteriormente nos ha hecho creer que Johnny el granjero sí existe y que verdaderamente cuida a sus animales y que en realidad estos son libres y conviven con sus crías. De tal manera ya no es muy difícil comerse un pedazo de lo que alguna vez fue un animal que vivió dos años hinchándose con hormonas y hacinado en una nave mecanizada entre otros miles de seres cuyo único valor es el que les han otorgado sus amos al designarlos mercancía.
Bueno, según yo las imágenes que siguen distan mucho de lo que nos han hecho creer. ¿Dónde está Johnny el granjero? ¿Eso esto normal, correcto y natural?
Descubrir y entender la razón por la que se trivializan tantas vidas me provoca rabia e impotencia. Si no hay soluciones geográficas ante contradicciones sistémicas ¿qué puedo hacer? ¿cómo oponerme a toda una industria omnipresente que sólo se interesa en la plusvalía? ¿cómo hacer entender al mundo todo lo que tuvo que pasar para poder preparar un sandwich de jamón? Esto no es receta pero creo que lo primero es aprender a cuestionar. Y después a actuar. Nuestra pasividad es la victoria de los poderosos. Si con nuestros hábitos diarios logramos ser ejemplo fehaciente de la lucha por la que peleamos, puede que sembremos una semilla de duda en los que nos rodean, que les piquemos las costillas y los saquemos momentáneamente de su mundito equilibrado. Finalmente yo digo que hay que contrarrestar a los medios oficiales de subinformación platicando con los conocidos y realizando actividades que integren a la sociedad aunque sea en tu núcleo más cercano. En fin, yo decidí ser vegetariano desde hace cuatro años y sé que el vegetarianismo es eje central en mi lucha.
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3 Maldiciones:
Acertado como siempre mi buen Gumaro. Lo que sí me parece es que cuando George Orwell escribió La rebelión en la granja, aún no habían granjas factorías. O al menos eso es lo que creo. Pero habría que investigar, porque Peter Singer escribió Liberación Animal a mediados de los setenta, y ya existían.
y el hombre se pasea por los pasillos llenos de pollos ausentes de oscuridad y espacio. Los observa con una mirada gosoza, pasa un dedo por sus cabezas y sonríe masticando ruidosamente. De pronto abre la boca y jala aire violentamente, sus pies se traban, suelata la pierna rostizada que sostenía en la mano, cae de rodillas y bruscamente se toma el cuello con las dos manos. tose, escupe, saliva, resopla. Los pollos observan como lentamente se extingue su gozo, su sonrisa.
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