México es una puta
Esta entrada será breve. No tengo fuerzas para escribir. Ayer 7 imbéciles que le hacen de jueces del TRIFE declararon presidente electo a FeCal. Era lógico que la resolución tenía que ser esa y no otra, pero aún así me resistía a aceptar que, en sus términos, la decisión fuera definitiva, inalterable, inatacable y mis huevos. Otros 6 años de mierda para los jodidos y de privilegios para los que sí tienen varo. Vale para pura mierda. La polarización se agravará y no hablemos de la intolerancia y la represión. A ver que tanto diálogo y conciliación se logra como promete en los spots que ayer fueron estelares durante la hora de los noticiarios. Ni madres. Ese FeCal habla pura mierda y sólo afirma a lo pendejo.
¿Pero cómo chingada madre es que un ser tan despreciable que mide 1.40 metros ha obtenido el pase para montar la silla presidencial? ¿Fue la voluntad del pueblo la que decidió en las elecciones más concurridas, transparentes y competidas de la historia del universo, como repiten hasta el cansancio los redactores del Reforma y del Ovaciones? No chavos. No chavas. Lo que pasa es que México es una puta. Una puta quisquillosa que no se mete con cualquiera. Aunque sumamente hijoputa, FeCal es un buen cliente pues a pesar de que se ha de limpiar la cola con el águila y la serpiente, es un ferviente venerador de la bandera neoliberal. Es un cliente suficientemente imbécil como para subastar todas las productoras nacionales a la iniciativa privada. Es un cliente suficientemente goloso como para hacerle una felación a Paul Wolfowitz en su oficina. Es un cliente suficientemente fascista como para aniquilar movimientos sociales con brutalidad policiaca al más puro estilo Atenco...
Mira, yo estuve una temporada vagando por la merced y ahí conocí a una fauna de la cual los libros de texto de la SEP diseña estereotipos estériles. Ésta es la verdad: putas bien decadentes y bien valiosas marginadas por la sociedad y rescatadas por proxenetas. Un territorio donde no hay espacio para nenas quisquillosas, los clientes son clientes y solo sobreviven las putas que tienen el estómago fuerte. Por ahí vi a más de un desesperado de mente rota formado en la esquina de Topacio y San Pablo ansioso por entrar al cuerpo de mujeres que han transformado su vagina en objeto de cambio. También hay un edificio de cuatro plantas usado como putero donde día y noche (el tenderete funciona las 24 horas) lo anónimo y lo íntimo se funden entre orgasmos y miradas sin consuelo. Tipos con cara de gnomo y con los dientes podridos chupándoles las tetas a las chicas y haciendo promesas estúpidas mientras las penetran mientras se acuerdan que sus esposas los esperan en casa mientras se esfuerzan por contener la eyaculación y prolongar el acto.
Me cae de madres que la prostitución en el corredor Fray Servando la Merced Pino Suárez es un fenómeno demasiado complejo, digno de un vistazo sociológico. Pero bueno, la entrada que creí que iba a ser corta ya se alargó y el que México sea una puta no tiene mucho que ver con las putas de carne y hueso. Son relaciones muy diferentes. Yo lo llamaría sexoservicio elitista. O subasta de culos. Ah y una aclaración: México ya no es el pueblo mexicano ni Teotihuacán ni el borrachito del nopal. No sé exactamente cuando pasó, pero México ahora es Slim, Azcárraga, Salinas Pliego, el BM, el FMI, la OMC y Kikín Fonseca.