Prosecución
Muchos me daban por muerto, muchos me lloraban. Los más se deleitaban con la idea de que ya no volvería a joder, pero adivinen qué, nel pastel, seguimos pataleando. Voy a ser sincero: mi vuelta a México fue crítica, enseguida me tuve que refugiar en la escritura para no fenecer sobre la marcha. Contaminación, mierda, racionalidad, idoneidad. Es demasiado para un organismo purificado, para un cuerpo que ha sentido lo que yo he sentido. Porque en Sudamérica estuve tentado a volverme un ermitaño y mandar a la humanidad de una vez por todas a la mierda. Tenía una nueva amada, la naturaleza se llamaba. Nos engarzamos en un torbellino de pasión mientras mi vida se iba volando. Por la noche me tumbaba agotado a ver el universo con la perspectiva austral que se me ofrecía y así transcurrían los días de verano. Luego decidí retornar a los páramos civilizados y, lleno de dicha y con la mente todavía sedada, creí que estaba en un edén secundario. Yo estaba listo para presenciar las venas abiertas de América Latina, para sufrirlas, pero la cosa no fue tan grávida como había imaginado. Por ejemplo, se sabe que en
O el caso de Colchani, la ciudad que está al borde más salado del salar de Uyuni, donde todos y cada uno de sus habitantes se dedican a la tarea de extraer salmuera para exportarla a la provincia de Santa Cruz. Ahí platiqué con dos nenitas que, me llamó la atención, estaban golpeando una piedra con otra más pequeña. Sacamos sal, me dijeron en un castellano lerdo que más sonaba a Aymará. Excelente, desde pequeños los niños están practicando para ser buenos trabajadores, adiviné; si su realidad les exige una historia determinada la aceptan con sorprendente madurez...
O aquel día a finales de marzo, el llamado “día del joven combatiente”, cuando se armó la bronca en las calles de Santiago. Aquel día en que las tanquetas cruzaban las calles rociando al público con gas pimienta. Soldados armados hasta el culo detenían a los jóvenes del secundario. Guau, qué manera más ejemplar de convivencia, qué herencia tan valiosa de los apacibles días de Pinochet...
Por otro lado, el hecho de que en la televisión boliviana hubiera un canal llamado “El canal de las estrellas” donde se transmite toda la programación de “El Canal de la estrellas” no me pareció algo alarmante, ya que en última instancia es la gente la que tiene la facultad de aprehender la información de manera cabal y crítica. Cuando veía a las señoras pegadas por horas al televisor, me imaginaba que estaban descifrando las contradicciones que abundan en las telenovelas. Aún cuando suspiraban y se agarraban el pecho y decían “pobrecita de ella”, no se me escapaba el dejo de ironía perfectamente calculado...
Un día me subí a un colectivo en Ica y me dispuse a encontrar un famoso viñedo donde regalaban muestras de vino tinto. Al final estaba cerrado y tuve que volver al pueblo en el mismo colectivo que me llevó. Entre uno y otro punto se subieron como unas 15 señoras de tez bronceada con enromes bultos colorados en la espalda, algunos de ellos eran sus hijos y otros eran simplemente papas, yucas y ocas. El chofer y sus ayudantes las trataron muy mal, casi se diría que discriminatoriamente, pero yo jamás se lo adjudiqué al hecho de que fueran indígenas. El problema es que las señoras no se habían bañado en semanas y olían a mercado y a caca, y pues el chofer que era muy cerebral, no quería que eso nos causara un mal viaje al resto de los pasajeros. Cada uno tiene su manera de apreciar las cosas, pero yo diría que no fue injusto con ellas, simplemente equilibró la balanza a la mitad...
O me viene a la memoria el día que me fui a acampar a las torres del Paine. El circuito es todo un reto:
¿Qué más aprendí? Ah, claro, eso que la gente anda diciendo sobre el calentamiento global, la capa de ozono, las reservas de agua dulce que se acaban, etc. No les hagan caso, la verdad que están exagerando. O sea, yo vi fotos antiguas de muchos glaciares que no coincidían con los actuales y, en efecto, todos están retrocediendo, pero no es como para empacar y meterse al refugio anti-inundaciones. Los glaciares son suficientemente grandes como para que un día desaparezcan, esos procesos llevan miles de años. En cuanto a lo de la capa de ozono, pues para eso existen los bloqueadores solares, ¿no? Y si vives en el hemisferio norte, ¿de qué te preocupas, si el magnetismo atrae al agujero hacia el cono sur? Y respecto a las reservas de agua dulce, esos ecologistas han encontrado una justificación para tenerte aterrorizado. ¿Recuerdas la guerra fría? Pasa lo mismo ahora. Consiste en encontrar cualquier tema que te distraiga de los verdaderos problemas, como quiénes pasarán a la siguiente ronda en
En fin, como verán, me he educado mucho en este viaje y por eso me animo a compartirlo con ustedes. Lo único que no me queda claro es el por qué de esta cicatriz con forma de gusano a la altura de mi cerebro. ¿Cuándo fue que apareció? Creo que fue después de una noche que fui a cenar con Kirchner, Bachelet, Evo y Alan García. Los culeros me empedaron con pisco y se andaban burlando a mi costa cada vez que vomitaba el líquido rasposo, pero debo admitir que todos tienen buen sentido del humor, sobre todo el Kirchner que se las daba de chingón nada más surgía el tema de las deudas y el FMI. Para cuando mi sangre contenía más alcohol que leucocitos, yo estaba inconsciente y tumbado sobre mi propia vasca y a la mañana siguiente desperté con una punzada en el cráneo. El dolor me jodió un tiempo, la peor de mis resacas, pero en la proporción en que ésta iba disminuyendo, las cosas se me presentaban cada vez más claras. Ya hasta siento que a mi vuelta, el panorama socio-político en México ha mejorado. Así es, las cosas se me presentan cada vez más claras. Cada vez más claras.
0 Maldiciones:
Post a Comment
<< Home