La ciudad y la aniquilación del otro
La vista en planta de una ciudad nos revelará un terreno ceniciento tasajeado por vías de comunicación. Contradictoriamente, en esta época se sacrifica la comunicación por la información, pero así las han nombrado. La tierra se asfixia bajo una melancólica capa de cemento y encima los automóviles avanzan con decidida estupidez. Nos multiplicamos. Cuando el espacio es insuficiente las cabezas voltean hacia arriba. Los edificios son altos, las habitaciones comprimidas. Cuando los edificios son insuficientes y llenas están las habitaciones, las cabezas voltean hacia abajo. Los subterráneos de las grandes ciudades son simplemente un microclima dentro del sistema capitalista, en las profundidades se reproduce la misma lógica centralizadora de las migraciones: a) del tercer al primer mundo; b) del campo a la ciudad; c) de los suburbios a los núcleos de actividad. Las movilizaciones son primordialmente unidireccionales, al amanecer en un sentido y con dirección al foco; al anochecer en sentido opuesto y con dirección al perímetro. La misma vida pierde sus ángulos hasta volverse círculo. La cotidianidad es primordialmente uniforme. Los uniformes son cotidianamente primordiales. La intuición ha cedido ante la indicación y mientras tanto se extinguen los individuos, florecen los egos. El silencio es un recuerdo desconocido por el bullicio y sin embargo los veo a todos mudos. Las miradas se evaden, los cuerpos son prófugos unos de otros. Nadie regala sonrisas. Las mentiras son ilusiones deliciosas, las verdades son evidencias obscenas.
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Las llamadas horas pico son un síntoma de la modernidad y van ligadas al ritmo de vida tan vertiginoso que se sufre en las metrópolis. La dinámica del tiempo se parece más a un torbellino. La dinámica del espacio también, pero con el sujeto anclado al centro, pasivo y contemplador. A su alrededor transcurre un torbellino de imágenes monótonas, tautológicas, insistentes, mezquinas. La rutina está pensada para desgastar, para transformar la fuerza en artículos, para drenar hasta que el plazo de utilidad expire trágicamente. El pilar de la moral descansa sobre un ideal: vivir para trabajar. La productividad mantiene al productor alienado del producto. Una puesta en escena se ejecuta sin que uno sea conciente de que participa de la farsa. En cada espejo descansa una máscara. Nos asusta el otro.
1 Maldiciones:
"La tierra se asfixia bajo una melancólica capa de cemento" como dice el gumaro... "vamos por la vida apropiandonos de las ideas de otros" como dice el omm... jaja, asi es, ahora son también mis ideas, y si la vida es un flajio de ideas nunca hay nuevas ideas, estas se reciclan y recirculan por diferentes cabezas, pero si estas ideas tienen un buan uso, viva el flajio de ideas!
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