Mi postura acerca del arte de Spencer Tunick
Aunque aquella mañana templada yo me encontraba en el séptimo sueño, he escuchado algunos testimonios sobre la experiencia de encuerarse y participar en el más masivo de los desnudos que el neoyorquino consiguió inmortalizar en película fotosensible. Por ejemplo, un amigo que prefirió enfriarse el culo a cambio de observar las curvas de la vecina, me dijo que fue un acto bien revolucionario eso de mostrar las pelotas frente a iconos tan conservadores como la Catedral y el Palacio de Gobierno. También hablaba de la igualdad, pues tanto él como su chica como sus familiares estaban en idénticas condiciones, sin ropajes ni máscaras, encueraditos como los trajo el señor; o luego, mi padre me comentó que un compañero suyo había asistido al acto y por casualidad había levantado la cabeza en el momento justo en que Tunick oprimía el botón. Todos estaban acostados en la pringosa plancha del Zócalo, y al final su cabeza peluda en medio de la carne azteca dotó al cuadro de una composición más interesante y al momento fotográfico de una inesperada expresión de disparidad. Para su mala fortuna, la imagen había figurado en la primera plana de El Universal y pues el tipo tiene, ejem, tenía otro trabajo, pero lo corrieron porque resulta que su jefe era uno de esos jefes mochos que además de leer El Universal, se creen bien pinches correctos al expulsar del plantel a un individuo de conductas lamentables que así como si nada se quita la ropa y anda con la pinga colgándole en pleno centro capitalino.
Aparte de esto, he atendido un poco de lo que dicen los medios por aquí y por allá y pues la verdad me parece que hemos sido víctimas una vez más del cabrón del Titiritero. Primero que nada, es bien sabido que los medios de comunicación hacen todo lo posible por callar cualquier grito que atente contra el sistema: si algo no sale en la tele es porque no existe. Punto. Confía en el bueno de Alatorre. Pero entonces me pregunto, ¿cómo un acto revolucionario va a escapar a los ojos de los editores y aparecerá en la plana más visible de sus periódicos derechosos? ¿Cómo un acto revolucionario va a ser publicitado, patrocinado y coordinado por aquellos que perderían sus privilegios si se diera aquella? No mamar, sólo faltaba que de constancia te dieran una playera con la jeta del Che y un diploma al mejor caudillo libertador.
Segundo: que te quedara la sensación de que todos éramos iguales o libres o solidarios fue parte de la logística. A ver, ¿a poco cualquiera se podía desnudar fuera de los límites determinados por las autoridades? Por cierto, ¿cómo podemos hablar de autoridades y libertades al mismo tiempo?¿Si todos éramos libres entonces que mierda hacía una pandilla de policías esbirros de la autoridad con el pene medio erecto por ver tantas tetas pellejudas, ahí apelotonados amenazando con reprimir cualquier acto de insubordinación? En realidad todo estaba calculado. El tal Spencer logró un permiso para que te desnudaras un par de horas y tan tan, de vuelta a la esclavitud. No creo que tengas la misma suerte si vas al rato tú solo a desvestirte en Galerías Coyoacán. Te apuesto un alfajor a que en menos de dos minutos un trío de babuinos con traje te estarán golpeando el estómago en una bodega mientras esperas a que llegue tu patrulla. Pero volvamos a lo macro: lo que los poderosos obtuvieron de beneficio, al contrario, fue algo menos pasajero que tu libertad. Ahora ya podemos hablar de una sociedad más tolerante, más liberal, más progresista. Su imagen se ha renovado aunque en lo más profundo de sus culos cavernosos sigan siendo los mismos retrógradas de siempre que se oponen al aborto y aprueban leyes ISSSTE. Bienvenido a México, el país de las maravillas.
Por último, creo que el arte en todas sus manifestaciones debe ser revolucionario y lo que hace Tunick es más bien lo que hacen muchos artistas de renombre. Negociar, aprenderse de memoria los códigos de diplomacia y saber venderse. La esencia del arte se desublima y el elitismo de galería se traslada a elitismo de plazoleta. Últimamente encuentro mayor interés en ver una maceta que en ver arte políticamente correcto. Ah, y por cierto, ¿que qué puedo decir del jefe del compañero de mi padre? Nada, estoy esperando la respuesta del currículum que le envié. Y si no pega puedo ser artista y si no pega, pues nudista.
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