Tuesday, February 28, 2006

no es coincidencia si hablando de mierda menciono a bush

Cuando sentí el primer retortijón en la panza me apresuré a montar los elementos de la edición en la que trabajaba. Era un video contra la guerra. Contra las políticas de invasión de la administración del culero de bush y su novia la pinche condoleeza, contra las corporaciones multinacionales asesinas y los organismos mundiales que las respaldan (mientras, audio en off de los casualties). Bueno, me tiré un pedo y decidí ir a buscar un baño porque no tenía la intención de que los compañeros inhalaran mis olores metafísicos, pues lo admito: mi debilidad son los frijoles las habas los chícharos y toda esa comida harinosa que te infla de gas el estómago, y en la mañana me había desayunado un buen tazón de alubias. No quería pedos (problemas), al menos no en ese momento.

Como siempre se me presentó un problema, uno ineludible, claro, me refiero a los baños. A los baños públicos, pues. Cualquiera que haya cagado antes en un baño público me entenderá. Si no es la casi improbable disponibilidad, ten por seguro que no habrá papel, o mínimo habrá caca en el piso. Algo. Algo desagradable. Por ejemplo, una vez andaba buscando papel para sonarme los mocos. Recorrí todos los baños de la uam (que son como cinco en toda la unidad que mide como un kilómetro de ancho) y no había rollos por ningún lado. Finalmente entré a un water prometedor (el que está en la planta más alta) y ¿sabes con qué me topé? Había unos boxers con una pincelada de mierda seca tirados en el bote de basura, y claro, nada de papel. Y por ahí andaba tomando clases un pobre pendejo sin boxers y con la cola helada mentándole la madre al viejito cuyo trabajo asalariado es la nada agradable tarea de destapar las tazas, sacarles brillo y colocar rollos en los contenedores de rollos, cuando hay rollos en las bodegas.

Pues esa era mi preocupación, aunque, como no pasaban de las diez de la mañana, los baños deberían estar casi vírgenes; esa era mi esperanza. Salí del edificio de cómputo y crucé la terraza del edificio T. En el camino me encontré al Espectro. Al parecer acababa de salir del baño.
- ¿A dónde vas guey? - me saludó.
- Voy a cagar.
- Hay una mierda tapada ahí abajo.
- Ots, pues creo que tendré que contribuir con la mía - le respondí, pretendiendo que no me importaba la noticia en lo absoluto.
- Como quieras - dijo y se alejó riendo. Una chica recostada contra el barandal de la azotea había escuchado nuestro breve diálogo. Tenía cara de asco.

Hice una evaluación rápida. Realmente no me urgía cagar y el mentado baño estaba ahí enfrente. No perdería nada echando un ojo, y en caso de que estuviera todo sucio podría buscar otro. Así que entré al baño. Estaba solitario. Había dos compartimentos: uno reservado para alumnos en silla de ruedas, otro para alumnos promedio. Me asomé a este último que en realidad era el más próximo y vi que el agua estaba a un nivel que amenazaba desbordarse. El agua estaba turbia y café. Pausadamente se mecían en la superficie dos pedazos de mierda tan gruesos como troncos y apestosos como el rayo. Comencé a respirar con la boca porque la peste era monumental. Se sentía la calidez del aire que emanaba de aquella cosa. Al mismo tiempo me entraron intensas ganas de cagar. Me tiré un pedo y me asomé al otro baño. Estaba limpio, no, estaba inmaculado y ¡había papel! A la mierda con los discapacitados, pensé y me bajé rápidamente los pantalones y los boxers. Apenas me agaché la mierda escapó por sí sola y con un irregular plup plup saqué todos mis temores. Fue un gran alivio. A decir verdad el baño no estaba tan limpio. Había una colilla de cigarro aplastada sobre una flema gorda pegada en la puerta y una huella sanguinolenta persistía en el asiento del excusado (por eso cagué de aguilita), pero nada como el baño de al lado, se los juro. De pronto escuché ruidos. Ahí junto. Alguien había entrado al baño sucio, alguien había atrevido a encerrarse junto a semejante asquerosidad y entonces oí que pisaba la palanca y luego el ruido del agua que se vaciaba. ¡No mames!, pensé. El agua comenzó a salirse. Se estrellaba contra el piso con furia. El hijo de puta huyó corriendo, oí como azotaba la puerta y se largaba. Y yo ahí, en cuclillas viendo como por debajo de la pared el charco se aproximaba a mis pies y ni me había limpiado el culo. Levanté mis pantalones del piso, me puse de puntitas y traté de alejarme. Cada vez estaba más cerca. Tiré desesperadamente pedazos de papel al suelo, quería improvisar una barrera, pero nomás tocaban el agua se humedecían y parecía que morían mientras el agua se los comía. La peste era más penetrante que nunca. En el último momento logré encontrar un espacio seco al que no llegaba el agua sucia, era como una isla. Todavía tenía tiempo. Me limpié el culo y abrí la puerta. De un salto dejé atrás el charco fétido. El piso estaba hecho un batidero, pero logré pasar sin mancharme los tenis. Cuando salía me topé con un tipo que se disponía a entrar.
¡Puta madre! - exclamó - aquí huele a asesinato recién cometido - y se dio la media vuelta, ocultando sus fosas nasales.

Ya con serenidad me fui a buscar un baño para lavarme las manos. El resto del día transcurrió normal. Almorcé una torta de arroz con frijoles y pensé "por eso te pasa lo que te pasa". De todos modos deseché mi amonestación, la torta estaba deliciosa. Hasta me hubiera comido otra.

Por la noche iba de vuelta a mi casa. Iba en el metro, iba distraído. Ya hasta había olvidado la epopeya sanitaria. En eso, que se sienta junto a mi una señora bien gorda y me pellizca el muslo con el extremo de su trasero. Me voltea a ver feliz. Sus cachetes gordos se inflan con la sonrisa. Lleva una blusa rosa arrugada como de papel maché. Cada vez que respira su blusa se tensa y cruje con rechinidos sintéticos. Me deja de ver y se concentra en algún objetivo situado al fondo del vagón. Entre dientes comienza a tararear una melodía que según yo había escuchado antes. De pronto se tira tres pedos sonoros y seguidos. Hasta se menea un poco. Yo ya no sé si fue una alucinación o si fue verdad porque nadie se inmuta. La señora gorda se baja en la estación a la que llegamos y se va riendo contoneando sus caderas de montaña. Nadie parece haberse percatado de sus pedos. Trato de agudizar mi nariz. Nada. El tren continúa su marcha y volteo hacia la ventana. Todavía la alcanzo a ver. Comienza a bailar con frenesí, hasta que la pierdo de vista.

Monday, February 27, 2006

mal vasallo. vive le rock!



los mal vasallo, tocaron en vivo el pasado jueves 23 en la uam azcapo en el festival vive le rock!
si no fueron, de lo que se perdieron: una bomba de punk combativo y activismo en el escenario.
ah, gracias a cyn márquez por la foto.

Monday, February 20, 2006

la mochila

Por alguna razón yo mismo me había forzado a dejar el asunto por la paz. Decidí no intentar buscarla. Tras el incidente hubo varios problemas y las pérdidas físicas eran realmente insignificantes, aunque me había dolido extraviar un par de cuentos y unas canciones que había escrito en un cuadernito que se encontraban en una de las bolsas de la mochila. Bueno, no les puedo dar detalles exactos porque ni siquiera me acuerdo de lo que pasó. Yo estaba chupando con Marcos. Bebíamos cerveza. Entonces decidimos salir en mitad de la noche y caminar. Me acuerdo que avanzamos sobre Marina Nacional y luego giramos en Cuitláhuac. Llegamos finalmente a un Oxxo en el cruce con Camarones donde compramos más cerveza. Después tengo un vacío en la memoria. Por la mañana desperté en el zaguán de una unidad del gobierno con edificios verdes y amarillos. Tenía resaca y no entendía qué carajo hacía ahí. Conforme me las arreglaba para encontrar alguna salida, lo cual no sé por qué razón lo conseguí en el primer intento, comencé a hacer memoria. Sin resultados, no recordaba qué había sucedido después del Oxxo. Tampoco sabía dónde había quedado Marcos. Me di por vencido, subí a un camión y regresé a mi casa. Me di cuenta al llegar de que había perdido la mochila.

Marcos se acercó a la gasolinería. No sabía exactamente lo que iba a hacer en la gasolinería. Al llegar, se plantó enfrente de los dos dependientes que atendían, aunque a decir verdad, no atendían a nadie, al menos no en el momento en que llegó Marcos. Cruzaron miradas durante un momento y luego insultaron a Marcos. Lo discriminaron. Marcos se dio la vuelta y los dejó graznando solos. Continuó avanzando sobre la avenida hasta que se topó con la entrada de alguna estación del Metro. Posiblemente era Camarones, o tal vez Refinería. Compró su boleto y en los torniquetes se topó con un policía viejo y desvelado.
– ¿Vienes borracho o te agarraron? – le preguntó el policía.
– Me agarraron – respondió Marcos sin entender del todo la pregunta.
Bajó las escaleras eléctricas y esperó a que llegara el tren. El tren llegó. Subió. Iba casi vacío y por primera vez se preguntó qué hora podría ser. Se sintió mareado. Vio su reflejo en las ventanas de la puerta y notó que la mitad de su rostro estaba ensangrentado. Sintió una arcada y vomitó en el piso del vagón. Vomitó sangre. Poco a poco se fue recuperando y entonces comenzó a recordar la peda de anoche. De pronto se acordó de mí. No sabía cuándo nos habíamos separado, no entendía por qué nos habíamos separado. Marcos comenzó a desesperarse. Si él estaba ensangrentado ¿cómo estaría yo? Me dio por muerto. Comenzó a sentir una profunda desesperación. No entendía nada.

Esa misma mañana nos enteramos por teléfono del estado de cada uno de nosotros. Yo estaba ileso. A Marcos le habían roto la ceja derecha, tenía un derrame en el ojo, golpes en el brazo derecho y la rodilla derecha y le habían pegado fuerte en el estómago y probablemente en los testículos. Algún zurdo hijo de puta, tal vez. Y ni Marcos ni yo nos acordábamos de lo que pasó. Un vacío después del Oxxo. Y un vacío en el corazón. Habíamos defraudado a varias personas y a nosotros mismos. La cosa fue tranquila después, decidimos suspender temporalmente las reuniones. De alguna manera concordamos en que no beberíamos hasta que el derrame de Marcos desapareciera. Tal vez sería hasta dentro de un mes. Un mes de reflexión sobria. Bueno, a decir verdad yo me tomé una cerveza una semana después de lo ocurrido, pero desde entonces nada.

Hubo una versión oficial en la escuela. Marcos decía que le habían golpeado sin querer jugando basketball. Menudo madrazo. Varios de nuestros compañeros se creyeron la historia y otros nos miraban escépticos pero finalmente lo aceptaron. Finalmente Marcos decidió contarles la verdad. Marcos tiene un conflicto con las mentiras, no le gusta mentir. A mi no me resulta nada difícil, pero la verdad es que si tejes una mentira, entre más le des vuelta, más te quedas enredado.

Pasó un mes desde entonces y el ojo de Marcos casi se había recuperado. Una delgada luna roja contorneaba su iris. Todavía se negaba a desaparecer. Cuando yo regresaba en camión a mi casa pasaba de vez en cuando frente a la unidad donde me había despertado. Era una de las rutas del RTP que sale de Rosario y llega al parque México. Para entonces yo tenía una mochila nueva (o semi-nueva) que compré a precio de ganga en el tianguis de San Felipe. Pero de alguna manera siempre que recorría esa zona, me preguntaba qué carajo habría sido de mi mochila vieja, aunque estaba seguro de que no la volvería a ver. Entonces un día involuntariamente me bajé cuando pasábamos por ahí dispuesto a encontrar alguna pista. No recordaba ni siquiera el número del edificio bajo el cual había dormido, pero decidí adentrarme entre los bloques de concreto de la unidad.

Seguí un camino de piedras que alguien había improvisado sobre la hierba. El camino se bifurcaba y sin pensarlo giré a la izquierda. Yo simplemente avanzaba. Pronto me detuve frente al número 23. Atravesé la reja y subí por las escaleras. No sabía si era el edificio correcto, de hecho la noche en que dormí en el piso de concreto la reja de la entrada estaba cerrada y si acaso lo intenté, no pude entrar. Aún así seguí subiendo. En el segundo nivel alcancé a ver un bonche de papeles enrollados y atorados en las varas del barandal. Los revisé. En la primera hoja se leía mi nombre mecanografiado. Tenía más datos pero no me detuve a leerlos. Pasé las páginas. Las últimas tenían una serie de sellos que más bien parecían impresos y no sellados. Todas las hojas estaban membreteadas no sé a nombre de quién. Parecían ser de alguna dependencia gubernamental. Entonces lo más probable es que estuviera fichado. Yo seguía revisando las hojas cuando escuché que se abría la puerta del piso más alto. Era una puerta metálica como de lámina con tachones para barco, con el mismo color gris amarilloso. Se asomó una mujer muy alta. Su cabeza parecía una rodaja de manzana vista desde enfrente. Su nariz y sus pómulos estaban aplastados contra el rostro de manera inhumana. Era desagradable.
– ¿Qué buscas niño? – me preguntó la mujer con cabeza de manzana. De alguna manera su voz sonaba al final de cada palabra como cuando muerdes una manzana y ésta cruje. La mujer era toda manzana.
– Perdí mi mochila. Era roja y tenía parches, ¿no la habrás visto por casualidad?
– Quizá sea ésta. La encontré el otro día.
¡Ahí estaba! No lo podía creer. Mi mochila, tumbada sobre la madera barnizada del apartamento. Me la entregó y ella emitió un sonido extraño al tiempo que cerraba la puerta de metal. Bajamos. Yo llevaba mi mochila semi-nueva en la espalda y mi mochila vieja colgada sólo de un brazo.
– Necesito regresar a mi casa – le dije a la mujer con cabeza de manzana - ¿Crees que todavía pase el camión naranja que va al parque México?
– Yo creo que sí – me respondió.
Seguimos avanzando por otro camino de piedra. Ella iba a mi izquierda. Yo iba a su derecha, un poco retrasado. La volteé a ver. Por extraño que suene fue hasta entonces que me di cuenta de que estaba calva. De hecho de perfil casi no parecía que tuviera cabeza de manzana. Iba casi desnuda. Únicamente llevaba unos calzones marrones que se confundían con el color de su piel tostada y unos zapatos negros de vestir. A ella no le importaba, ni a los vecinos con los que nos cruzábamos. Tampoco a mí. Yo había recuperado mi vieja mochila. Eso era bueno. Finalmente salimos hacia un estacionamiento. La mujer con cabeza de manzana y el portero se saludaron. Yo me alejé sin despedirme. Estaba atardeciendo. Cuando oscurecía los camiones dejaban de pasar pero esta vez tuve suerte porque llegó uno casi inmediatamente. Subí y me senté en un asiento de la parte trasera. Me puse a pensar en lo extraño que acababa de sucederme. Y eso que estaba sobrio. Decidí no abrir la mochila y revisar su contenido hasta llegar a casa. Yo sabía que algo me estaba esperando desde su interior.

Tuesday, February 14, 2006

radiografía de una sociedad que confía demasiado en los valores de una educación ineficiente

iba
en un microbús
sentado en un asiento roto
que escupía el
relleno y que no acababa
de moldearse a mi culo,
y se subió una señora
con dos niños, se
sentaron a mi lado,
y el niño más grande
que llevaba un
refresco de manzana que
inundaba todo
con olor a manzana de plástico
le
dice a su mamá con voz de silbato:
"mamá
¿cuánto crees que voy
a sacar en el examen, ocho, nueve
o diez?"
y su mamá le responde:
"tienes que sacar
DIEZ"
y el niño le dice, bribón: "saqué
siete punto nueve
que sube a ocho"
y la mamá se encabrona y lo ve
con mirada que duele
y me
condena porque me recuerda
que ya es regla que si no sacas
diez
es que eres pendejo y el
niño no se siente como pendejo, pero
algún día lo aprenderá a sentir,
y entiendo
que no debo sorprenderme
de que a estas alturas
todavía tenga
maestros
que se ofenden si alguien
no llega a tiempo a la clase como
dios manda
o que se sienten
poderosos
si
reprueban a alguien.

tengo un maestro
que se apellida
marín y que no le
gusta que
escriba los nombres de personas, de
países, de
partidos políticos en
minúsculas y a él
y a toda la docencia mediocre
les
dedico este
poema.

Thursday, February 09, 2006

carta de aceptación para aspirante a granadero

09 de febrero de 2006

Ciudadano, Xxxxxxxx Xxxxxx Xxxxxxxxxx
Presente.

Mediante la presente me complazco en notificarle que usted ha sido aceptado para formar parte del heroico y honorable cuerpo de granaderos de los Estados Unidos Mexicanos. Me atrevo también ha hacerle saber que nuestros superiores muestran notable preferencia por los aspirantes analfabetas, por lo que el esfuerzo que ha hecho usted al someterse al examen escrito y el haberlo acreditado es doblemente meritorio, obteniendo una calificación casi perfecta. A continuación se le devuelve la copia rosa de su examen de admisión.

Sin nada más que urga comunicarle, salvo que lo esperamos el próximo domingo 12 del presente mes a las 07:30 hrs en la delegación correspondiente para que comience su capacitación intensiva en lesiones de gónadas y áreas sensibles corporales, no me resta nada más que felicitarlo.




Examen escrito para aspirante a granadero.
Nombre: Xxxxxxxx Xxxxxx Xxxxxxxxxx
Escolaridad: 3ero de primaria

1. Su caracter suele ser:
a) Tranquilo y condescenciente
b) Amoroso y amigable
c) Violento e irracional

2. De pequeño:
a) Tuvo una infancia tranquila
b) Fue golpeado en demasiadas ocaciones por sus padres
c) Fue violado por su padre y los amigos de su padre

3. Es lo que considera más importante en la vida:
a) La igualdad y la libertad
b) Tener una familia, un coche y ahorros en el banco
c) La bandera y hacer feliz a la autoridad

4. En momentos de contingencia en una manifestación lo más importante es:
a) Promover la calma
b) Proteger los bienes materiales
c) Golpear a los manifestantes

5. Son principales blancos en una manifestación:
a) Porros con cocteles molotov y ladrillos
b) Terroristas internacionales
c) Discidentes políticos y fachudos

6. Un granadero sin escudo, sin casco, sin botas y sin macana:
a) Sigue siendo capaz de mantener el orden
b) Se apresurará a reequiparse
c) Pedirá ayuda, acudirá al cobijo de sus compañeros

7. Un granadero competente:
a) Evalúa la situación y elige la opción más coherente
b) Sigue las órdenes del tipo con walkie talkie
c) Se dirige automáticamente a dónde hay golpes

8. ¿Qué haría si ve a un grupo de granaderos en superioridad numérica golpeando a un manifestante?
a) Los tranquiliza, los insta a cubrir otras áreas
b) Se mantiene alerta por si llega alguien a defender al manifestante
c) Se les une, atacando al manifestante por la espalda

9. Si un manifestante se defiende en base a leyes, códigos y fragmentos de la Constitución Mexicana:
a) El granadero expone también las violaciones y faltas que está cometiendo según la Constitución Mexicana
b) Lo ignora, finge sordera
c) Viola sus derechos humanos y civiles, lo golpea gritando "Aquí está tu Constitución"

10. Si hay personas registrando la manifestación en fotografía y/o video:
a) Los deja en paz ya que seguramente serán publicadas al día siguiente
b) Trata de no ser registrado por las cámaras mientras golpea a los manifestantes
c) Les arrebata la cámara y los golpea también

11. Antes de recurrir a la violencia física:
a) Se trata de resolver el asusnto con palabras
b) Se trata de resolver el asunto con dinero
c) Se provoca e insulta a los manifestantes

12. ¿Dónde conviene golpear a un manifestante?
a) En el orgullo, el valor y la unión
b) En las zonas donde no queda huella de traumas
c) En los lugares donde más dolor se puede provocar

13. Si por casualidad se detiene a un inocente:
a) Se le pide disculpas y se le libera inmediatamente
b) Se le amenaza y se le deja libre
c) Se le golpea y arroja unas calles después

Calificación: 12/13
A C E P T A D O

Friday, February 03, 2006

la historia del hombre apresurado

pues iba el otro día, no, no, la otra noche, a esa hora en que dividen los andenes del metro pino suárez en "zona para damas" y "zona para el resto", cuando, después de una jornada particularmente desgastante, mientras caminaba despacio pensando en quién pudo haber ideado el mecanismo para abrir los envases plásticos de galletas, pasó volando juntó a mí un señor ejecutivo, uno de esos que se ve que les caga traer corbata pero que la usan con sonrisa de idiota porque si no se les juzga incopetentes para realizar labores de alto grado de complejidad como comprar y revender acciones de empresas recién adquiridas por colosos multinacionales, lo cual normalmente implica un "hasta luego chico, hemos conseguido a alguien con un perfil más completo que el tuyo", y que, volviendo a la historia primaria de este párrafo, a juzgar por la rapidez con que agitó el fleco de mi despeinada greña en el instante en que me revasó, puedo atreverme a formular la hipótesis de que se le hacía tarde, aunque tarde para algo que, objetivamente, bien pudo haber sido intrascendente, pero que en última instancia no le permitió caer en cuenta de que corría hacia la "zona para damas", menos aún cuando el tren naranja inundó el campo visual haciendo tronar sus bocinas de barco enfurecido, y de pronto el ejecutivo en el clímax de su carrera tenía enfrente a un policía gordo y bigotón, un protector del orden y del buen circulamiento de los pasajeros, quien asustado por el posible impacto con semejante empresario hecho la chingada, discidente, violador de convenciones socialmente aceptadas como el no mezclarse mujeres y hombres en situaciones de roce obligatorio, estiró las manos y las piernas formando un tache y se plantó cual arbol de 120 metros del cretácico tardío convencido y resignado a detenerlo aunque tuviera que estrellarse contra su panza de esfera, y justo antes del impacto que quizá hubiera generado una carambola y varios decesos, el señor ejecutivo le cortó al turbo y se patinó hasta dar con el policía gordo y lo tocó con caricia queda y le dio un abrazo que parecía expresar sentimientos de afabilidad y pena, lo cual no implicó que no reaccionara y, esperanzado, hechara a correr hacia el otro lado para, después de bordear un cubo pétreo de 10 x 10 metros perforado por escaleras eléctricas y atravezar un pasillo rebosante de personas consiguiera meterse en algún vagón repleto de hombres tristes y lobos solitarios, y la verdad no sé qué haya pasado después porque como desapareció tan rápido como apareció, además de que yo iba encaminado hacia las escaleras eléctricas que llevan al andén opuesto, no pude ver si consiguió colarse, pero en órden a la ineficacia del metro y su prolongado pipipeo anunicando el cierre de puertas, puede que su esfuerzo y las sobadas con el policía no hayan sido en vano, quién sabe, (ah, no:.)