Canonización del Beato Gulmaro
(ántes de leer esta entrada se sugiere checar primero la que se posteó el 13 de abril "Encuentro con el resucitado")
Estos días de semana santa decidí hacer algo más provechoso que pasarme las vacaciones en la playa más culera del mundo (exactamente, me refiero a la percudida bahía de Acapulco). A raíz de mi encuentro con el resucitado el miércoles pasado mejor opté por confrontar mi ateísmo y me inscribí a la "75 va selección de jovenes bienaventurados", concursando por un cacho del cielo con todo y parcela para así asegurar el futuro de mi alma inquieta. Tuve tres días para conseguir pasar la prueba del egipcio. Como tenía resaca el jueves en la mañana me levanté hasta las 2 de la tarde y por poco y no lo logro. Regresé de Israel el sábado por la noche, casi a la hora del corte para la recepción de la ofrenda y un arcangel de mierda ya me la andaba haciendo de pedo que porque la cabeza era según él de un turista de Sudán y no de Egipto. Por suerte todo se aclaró y el arcangel se fue todo emputado.
Pues les tengo una buena noticia. A diferencia de los concursos patrocinados por el gobierno que tardan como cuatro meses en organizar la ceremonia de premiación y juntar el varo para los estímulos, anoche ya se tenía todo listo para presentar los resultados e iniciar con la beatificación, y ¿qué creen? Fui elegido como uno de los cuatro finalistas. Ahora soy santo. San Gulmaro, y eso que toda la vida me he portado como un culero. Cuando nos tomaron la foto apareció Jesús y yo le pregunté cómo le había ido después de la peda. Primero no me reconoció y hasta que le mencioné algunos detalles de esa noche me dijo: "Ah, claro hijo mío, ya recuerdo, ya recuerdo... Tsss, no mames, me fui de su casa y entonces andaba esperando un micro en la parada y me quedé jetón. Todavía estaba pedo. Luego me despertó el flash de un cabrón con pelo chino que me tomó una foto y echó a correr al darse cuenta que abría los ojos. Ya el sol estaba bien arriba y yo tenía que estar en Iztapalapa a las 8. Así que tomé un taxi. El chofer me reconoció y nos fuimos charlando todo el camino, él trataba de tranquilizarme. Cuando estábamos cerca del destino el chofer, algo apenado, me dijo que me había vomitado encima toda la camisa y me ofreció su playera. Normalmente no la hubiera aceptado pero iba a dar una mala impresión de los cristianos si me presentaba así de sucio. La tomé y el bueno del chofer se largó con la panza desnuda. No me cobró".
Después de las fotos y la entrega de diplomas nos pusimos a chupar. Un niño negrito que también fue canonizado nunca había probado la cerveza y se puso pedísmo. Empezó a convulsionarse en el suelo. También Jesucristo agarró una jarra como la de la otra fiesta. Y nuevamente se vomitó encima. Al final sacaron un barril de la mejor cerveza del cielo. Yo estaba bien emocionado aunque a la mera hora fue una decepción. La mentada chela no sabe tan culera como la Sol pero he probado otras mil veces mejores. Desperté en un sofá. Fui a mear y me largué. En el camino iba pensando que ésta era una historia maravillosa para contarla en el blog. Una historia digna de la venganza de los malditos. Es más igual y hasta convendría cambiarle el nombre a la venganza de los benditos. Aunque suena medio culero.